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El mito de Ícaro y la volatilidad: volar cerca del strike

riesgo tradingdeopciones volatilidad Nov 07, 2025

En la mitología griega, Ícaro y su padre Dédalo escapaban de Creta con alas hechas de plumas y cera. Antes de volar, Dédalo le advirtió a su hijo que no se acercara demasiado al sol, porque el calor derretiría sus alas. Pero Ícaro, embriagado por la sensación de libertad y poder, desoyó el consejo. Subió más y más, hasta que la cera se derritió y cayó al mar. Su historia es tan antigua como la humanidad misma, pero también tan moderna como la pantalla de un trader viendo cómo su portafolio se derrite bajo la volatilidad.

En el trading de opciones, Ícaro está vivo. Se manifiesta cada vez que un trader confunde confianza con invulnerabilidad, cuando el apalancamiento parece una autopista hacia la riqueza, y cuando el riesgo se percibe como una simple curva de probabilidad. Volar demasiado cerca del strike —esa zona donde las ganancias potenciales son grandes, pero el peligro es aún mayor— puede ser tan adictivo como fatal.

La tentación del sol: el poder del apalancamiento

El sol de Ícaro es el apalancamiento. Ese fuego brillante que promete multiplicar las ganancias con poco capital, pero que puede consumirlo todo si no se usa con respeto. En las opciones, el apalancamiento es una herramienta poderosa: te permite controlar grandes cantidades de acciones con una fracción del costo. Pero también puede amplificar las pérdidas con la misma intensidad.

El trader que sobreconfía en su habilidad olvida que cada call o put tiene una estructura compleja detrás: sensibilidad al tiempo, a la volatilidad, a los movimientos del subyacente. El delta, el theta, el vega y el gamma no son simples letras griegas; son fuerzas que tiran y empujan al trader como corrientes de aire invisibles. Ignorarlas es como volar sin entender el viento.

El exceso de apalancamiento es la llama que derrite las alas del ego. Al principio parece una ventaja. Una posición pequeña se mueve rápido, el capital crece, la confianza también. Pero esa euforia inicial nubla la percepción del riesgo real. En el trading, la caída llega cuando el trader se siente indestructible.

Volar cerca del strike: la zona del peligro disfrazada de oportunidad

En el mito, Ícaro no se conforma con volar; quiere sentir el calor del sol. En opciones, el equivalente es operar demasiado cerca del strike con una exposición al riesgo mayor de la que se puede tolerar. Vender opciones at-the-money sin protección, abrir spreads demasiado ajustados o buscar primas altas ignorando la volatilidad implícita es como volar en dirección al fuego.

Volar cerca del strike significa estar al borde del beneficio y del desastre. La recompensa puede ser tentadora, pero la distancia entre el éxito y la pérdida total es mínima. La volatilidad, igual que el sol, no perdona la soberbia. Puede cambiar en segundos, alterar el valor de las opciones, y convertir un trade rentable en una pesadilla.

Muchos traders confunden estar “cerca del dinero” con estar “cerca del éxito”. Pero lo que está cerca del dinero también está cerca del riesgo. Ícaro no cayó por falta de talento, sino por exceso de ambición. El trader que sobreestima su control sobre la volatilidad repite ese mismo vuelo fatal.

La cera del ego: la ilusión del control

Dédalo construyó las alas con precisión, pero fue el ego de Ícaro el que las hizo fallar. En los mercados, el ego es esa voz que dice “esta vez no me puede pasar a mí”. Es el impulso que lleva a mantener posiciones perdedoras esperando un rebote, a sobreoperar después de una racha ganadora o a ignorar señales de alerta por simple orgullo.

El ego y la volatilidad son una combinación peligrosa. La volatilidad no se puede dominar, solo comprender. Y el ego odia eso. Odia la incertidumbre, la falta de control, el hecho de que incluso una estrategia perfecta pueda fallar por razones ajenas. Así es como el trader comienza a justificar riesgos irracionales: “es solo una reversión temporal”, “voy a rolar la posición”, “la volatilidad se va a calmar”. Pero el mercado no razona; actúa.

El trader exitoso entiende que su tarea no es controlar la volatilidad, sino adaptarse a ella. La humildad es su salvavidas. El ego, en cambio, lo lleva directo al mar.

La lección de Dédalo: gestión del riesgo como sabiduría

Dédalo sabía que el vuelo era peligroso. Por eso le dio a su hijo dos reglas: no volar demasiado alto ni demasiado bajo. Volar bajo implicaba caer por la humedad del mar; volar alto significaba derretirse por el sol. En el trading, esas dos advertencias se traducen en una sola palabra: balance.

El trader prudente no busca exprimir hasta el último dólar de una posición. Sabe que dejar algo sobre la mesa es un signo de inteligencia, no de debilidad. Prefiere conservar el capital que arriesgarlo por codicia. En las opciones, eso significa establecer límites de pérdida, diversificar estrategias, y usar coberturas inteligentes como spreads o iron condors.

La gestión del riesgo es el arte de volar en la altura correcta. Demasiado bajo —sin asumir riesgo— y no se avanza. Demasiado alto —sin protección— y se destruye lo logrado. La sabiduría está en encontrar ese punto medio donde el viento empuja, pero no quema.

El mar de la realidad: aceptar las caídas

Ícaro cayó, pero su historia sigue siendo contada. Porque su error es universal: la fascinación por lo incontrolable. En el trading, caer no significa fracasar, sino aprender. Cada pérdida bien analizada deja una huella valiosa: enseña sobre los límites del propio juicio, sobre la importancia de la paciencia y sobre la necesidad de respetar la volatilidad.

La volatilidad no es el enemigo, es la naturaleza misma del mercado. Sin ella, no habría oportunidad. Pero quien la subestima, la paga caro. Así como el sol era necesario para que Ícaro volara, la volatilidad es necesaria para que el trader de opciones encuentre valor. La clave es saber cuánto calor se puede resistir.

La moraleja: volar con respeto

El mito de Ícaro no es una advertencia contra el vuelo, sino contra la arrogancia. Volar es un acto de ambición, de deseo de trascender los límites. En el trading, esa ambición es necesaria: sin ella no hay aprendizaje ni progreso. Pero el respeto por las fuerzas del mercado es lo que mantiene las alas firmes.

Un trader sabio no teme la volatilidad, la estudia. No evita el riesgo, lo mide. No busca brillar más que el sol, sino aprender a moverse bajo su luz. Cada decisión es un equilibrio entre el impulso y la precaución, entre la esperanza y la razón.

Ícaro voló demasiado cerca del strike y pagó el precio. Pero su caída nos recuerda algo esencial: en el trading de opciones, como en la vida, no se trata de llegar más alto que nadie, sino de saber cómo mantener el vuelo. Y esa es la verdadera diferencia entre un operador que sobrevive y uno que se quema.

Porque al final, el mercado siempre será el sol. Lo que tú decidas hacer con tus alas —tu estrategia, tu gestión del riesgo, tu humildad— determinará si flotas sobre el mar o si terminas cayendo en él.

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