¿Qué es el rebalanceo de portafolio y por qué es clave hacerlo?
May 28, 2025
Invertir no es simplemente comprar activos y esperar que crezcan. La verdadera disciplina está en mantener el rumbo incluso cuando los mercados se desvían. El rebalanceo de portafolio es una de las herramientas más efectivas para lograrlo. Aunque muchos lo pasan por alto, puede marcar una gran diferencia en tus resultados a largo plazo. No se trata solo de rendimiento; se trata de control, estrategia y visión.
¿Qué es el rebalanceo de portafolio?
Rebalancear significa ajustar la distribución de tus activos para que coincidan con la estrategia original que definiste al empezar a invertir. Por ejemplo, si decidiste tener 60% en acciones y 40% en bonos, pero luego el mercado accionario sube y terminas con 70% en acciones y 30% en bonos, tu perfil de riesgo cambió sin que lo hayas decidido. Ahí es donde entra el rebalanceo: vendes una parte de las acciones y compras bonos para volver al 60/40 original.
Este proceso se puede aplicar a cualquier combinación: acciones individuales, ETFs, fondos indexados, incluso criptomonedas si están dentro de tu plan. Lo importante es que cada clase de activo tiene un peso asignado según tu perfil y objetivo, y el rebalanceo corrige las desviaciones que se van generando con el tiempo.
¿Por qué es tan importante?
Primero, porque te obliga a vender caro y comprar barato. Cuando un activo sube demasiado, representa más peso en tu portafolio del que debería tener. Al vender una parte de ese activo y redirigir el capital hacia activos que han bajado o se han quedado rezagados, estás comprando en momentos de menor precio, sin necesidad de adivinar el mercado.
Segundo, porque protege tu perfil de riesgo. Si una parte del portafolio crece mucho más que el resto, sin rebalancear podrías terminar más expuesto de lo que estás dispuesto a tolerar. Por ejemplo, un portafolio que comienza siendo moderado puede volverse agresivo sin darte cuenta. Y cuando llegue una corrección o una crisis, podrías sufrir pérdidas superiores a las que te sientes cómodo enfrentando.
Tercero, te mantiene disciplinado. El rebalanceo fuerza una revisión periódica de tu estrategia, sin que eso signifique estar encima del mercado todo el día. Es una forma de automatizar la coherencia.
¿Cómo funciona en la práctica?
Imagina un portafolio simple:
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50% en un ETF que replica el S&P 500
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30% en un ETF de bonos del Tesoro
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20% en un ETF del Nasdaq
Después de un año, el mercado ha sido favorable para la tecnología. El ETF del Nasdaq creció y ahora representa 30% del portafolio, el S&P 500 subió moderadamente y está en 55%, mientras que los bonos bajaron y quedaron en 15%.
Tu perfil inicial cambió. Estás más concentrado en acciones tecnológicas y menos protegido por bonos. ¿Qué hacer? Vendes una parte del ETF del Nasdaq y del S&P 500, y compras más del ETF de bonos. Así, regresas a la proporción inicial.
Esto puede hacerse de forma trimestral, semestral o anual. También se puede hacer por umbrales: por ejemplo, cuando una clase de activo se desvía más de 5% de su peso objetivo.
¿Aplica también a acciones individuales?
Sí. Si tienes un portafolio compuesto por acciones individuales, el principio es el mismo. Imagina que tienes cinco empresas con el mismo peso inicial (20% cada una). Si una acción sube mucho y otra baja, tu portafolio se desbalancea. Al rebalancear, vendes parte de la que subió y compras más de la que bajó (si sigue alineada con tus expectativas), o la reemplazas por otra oportunidad que cumpla tu criterio.
En acciones, el rebalanceo también ayuda a reducir el riesgo de concentración. Muchos inversionistas caen en la tentación de dejar que una acción exitosa crezca y tome control del portafolio. Pero si esa empresa enfrenta una crisis, el daño puede ser severo.
¿Qué pasa con los impuestos?
En cuentas imponibles, el rebalanceo puede generar ganancias o pérdidas realizadas, lo que implica efectos fiscales. Por eso, algunos inversionistas prefieren rebalancear dentro de cuentas protegidas como IRAs o cuentas de jubilación, donde no hay consecuencias inmediatas.
Otra alternativa es aportar nuevo dinero a las posiciones que han bajado o que están por debajo de su peso, sin vender nada. Esta forma de rebalancear con nuevas aportaciones evita la venta y los impuestos, aunque requiere que tengas flujo disponible para invertir.
¿Y si no hago rebalanceo?
No rebalancear no siempre significa que tu portafolio irá mal, pero sí que estará expuesto a más incertidumbre. Puedes terminar con una asignación que no refleja tu verdadero perfil de riesgo ni tu estrategia. Y eso, cuando los mercados se ponen volátiles, se puede traducir en decisiones impulsivas y resultados desfavorables.
Además, sin rebalanceo pierdes la oportunidad de capturar valor cuando los mercados se mueven en ciclos. Subidas y bajadas son naturales; el rebalanceo te permite aprovecharlas sin necesidad de predecirlas.
¿Cuándo es mejor rebalancear?
No existe un único momento ideal. Algunos inversionistas prefieren hacerlo en fechas fijas (cada 6 o 12 meses), otros lo hacen cuando las desviaciones superan un porcentaje determinado, como 5% o 10%.
Lo importante no es tanto la frecuencia exacta, sino que haya consistencia. Rebalancear cada dos semanas no tiene mucho sentido para un portafolio de largo plazo, pero hacerlo una vez al año es razonable y suficiente en muchos casos.
Reflexión final
El rebalanceo es como ajustar el volante mientras manejas. No puedes evitar que el coche se desvíe un poco, pero puedes corregir para seguir en el camino correcto. No necesitas hacerlo todo el tiempo, pero sí en momentos clave. No te garantiza que ganarás más dinero, pero sí que estarás más alineado con tu objetivo, tu perfil y tu plan.
Y eso, en el mundo de las inversiones, ya es una ventaja.
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